La contramina
del Baluarte de las Islas
Se
accede a ella bajando dos empinadas escaleras de piedra dotadas de pequeños
nichos, excavados en las paredes laterales, donde se colocaban antorchas
destinadas a iluminar las gradas. Proyectado por el ingeniero militar Pietro
Antonio Tomasello originario de Padua, se construyó alrededor del 1530.
Es
una galería con el tejado bajo - que se puede recorrer solo agachado - que
avanza a lo largo del perímetro del baluarte. Esta galería, de una altura media
de 1 metro con 60 cm, y aproximadamente un metro de ancho, en algunos tramos
cuenta con pequeños habitáculos - algunos con planimetría cuadrada y otros
rectangular - en que se alcanzan los dos metros de ancho.
En
la contramina (“contromina”), en caso
de asedio, los defensores tenían que vigilar pacientemente la eventual
presencia del enemigo que se podía percibir a través del sonido de los golpes
de pico. En efecto, para atacar el baluarte el enemigo hubiera tenido que
excavar con el máximo secreto una galería subterránea (mina) para aproximarse
poco a poco a los cimientos del baluarte, donde a su vez hubiera tenido que
colocar potentes cargas explosivas capaces de desintegrar los imponentes muros.
Los conductos proyectados por el ingeniero Tomasello (“catùsi”) tenían
como objetivo neutralizar al enemigo en la eventualidad de que éste hubiera
invadido la contramina. A través de dichos conductos, que del pavimento de la
planta superior llegaban al techo de la contramina, los defensores liberaban
sustancias asfixiantes capaces de matar a las tropas asediantes.
La
parte final de la contramina presenta una empinada rampa de escalones que
permite subir a la planta superior, pero actualmente la salida está emparedada.
La
contramina del baluarte de las Islas fue posteriormente dotada de una abertura
que la comunicaba con el exterior de la ciudad amurallada y más exactamente con
la parte alta de la actual “Subida Portilla”. La comunicación con la parte
exterior la atestigua un plano que se remonta a la primera mitad del siglo XIX
y publicada en 1992 por LilianeDufour en su “Atlante Histórico de Sicilia”.
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